viernes, 17 de agosto de 2018

Herejes. Leonardo Padura. (5.2018)


A veces pasa con algún muy buen libro que buscas algo más del autor y suena bastante parecido, y ya para el tercero es totalmente predecible, mismo guion solo cambia el escenario, con este autor te aseguro que no te pasará eso, inclusive cuando ya conoces a Mario Conde, inclusive cuando ya sabemos que una parte de la historia se desarrolla en la Habana, inclusive cuando puedes investigar la parte histórica de la narrativa; este autor te llevará por caminos de reflexión inesperados, definitivamente es un gran libro.

Me lo recomendó mi hermano, me dijo que se había vuelto uno de sus favoritos, obviamente me dio curiosidad, y para las coincidencias de la vida, resulta que mi mamá me lo había regalado en mi cumpleaños. La portada no te enloquece, es un cuadro en la sala de una casa, la sinopsis no te quiere vender la historia, así que me leí más de 10 libros antes de este. Pero una vez que empiezas no puedes parar.

Todo gira alrededor de esa pintura en la portada, un Rembrandt que fue llevado en un barco de Europa a Cuba como boleto de entrada a la isla, los padres y la hija venían ahí huyendo del holocausto, pero nadie de ellos se pudo bajar del Saint Luis, ahí se quedó su hijo junto con su tío viendo ese barco rodeado de drama, lágrimas y suicidios, caras que nunca volverían a ver, pero la pintura apareció en la isla, por lo que el hijo de ese niño que años después erradicó a E.U. busca a Conde para iniciar una investigación.

Si han leído a Padura sabrán que siempre trenza historias, lejanas y convergentes, así que el otro hilo de la historia es de la Europa en que se creó ese Rembrant, de aspecto judío y semejante a Jesucristo. Nos toma de la mano para enseñarnos una Europa violenta y con prejuicios, donde la religión dominaba las entrañas de todos.

Y la última madeja de la historia se desarrolla en la Cuba actual, en la que las tribus urbanas dominan el escenario. Empieza un poco desganada esta parte, Mario Conde nos comparte sus prejuicios sobre los que parecen ser jóvenes sosos y derrotados, pero de a poco te regresa al inicio de su premisa, la religión o la falta de ella nos llevan a actuar involuntariamente (¿será esa la palabra? ¿será que cedemos la voluntad?). Su lápiz nos enseña este profundo coraje que le tiene a la religión, y me parece que nos quiere demostrar que a lo largo de los años lo único que nos ha hecho es perder la identidad individual y llevarnos por un empedrado camino, que tal vez solo nos conduzca al apunto de origen, pero del cual no tenemos forma de librarnos aunque seamos herejes. 

Me parece una historia totalmente original, los personajes absolutamente verosímiles, y con cierre contundente, pero no es un libro fácil de leer. El libro es gordo y al principio no lo cargaba, pero a partir de que llegué a la tercera parte no lo pude soltar. Fue mi compañero en el transiberiano, y vaya que me hizo gran compañía, con tanto tiempo para leer y pensar no hubo mejor elección.

***** 5 estrellas

Aún con sus estrellas completas no es para todos, solo para los valientes que les gusten los libros grandes y las historias complejas, para los seguidores de Mario Conde y para los que quieran replantearse el porqué de las religiones.