miércoles, 21 de abril de 2021

La magia de ser Sofia y la magia de ser nosotros. Elisabet Benavent, 5 y 6 de 2021

Esta dulogía me tuvo atrapadísima y aunque a ratos la odiaba (mucho) no me la sacaba de mi mente, si me viste en el último mes seguro te platiqué algo de este libro. Inmediatamente de acabar el primero me fui con el segundo así que lo sentí como casi uno, aunque si son larguitos, aquí voy con mis opiniones encontradas.

Lo primero es que es adictivo, se me antojan como si fueran las palomitas deliciosas de costco (chicago mix) que te comes 5 dulces y te parece muy dulce y entonces pasas a las cheddar y te pasa lo mismo una y otra vez pero no puedes soltarlas, sabes que no es lo más sano pero sigues comiendo hasta no poder más.

 Vayamos por partes, primero lo que no me gusta.

No solo de este libro, pero ODIO el uso indiscriminado que se hace del hilo rojo, a ver es una leyenda en la que te acercas y te alejas y ese hilo rojo está siempre atado a tu meñique izquierdo, no es me enamoro y a los 15 días creo que un hilo rojo me unirá el resto de mi vida, eso es matar la historia, claro que cuando te enamoras todas las veces crees que durará mucho, pero lo importante es el ir y venir en el tiempo y reencontrarte con esa persona, y no es el caso de Héctor y Sofía.

Héctor no me cae bien casi nunca, aún y con su desenfadado look de leñador y cuerpo de dios griego no tiene un ápice de carácter, es de esas personas que no han tomado ninguna decisión importante en su vida, que voltean atrás y sienten que nada ha sido decisión suya pero ni así deciden cambiar, el mismo se describe como un culo de mal asiento que nunca está contento con dónde se encuentra, y no hay mejor definición. Su personaje me parece inverosímil, no me hace sentido que alguien de 35 años tenga actitudes de chavito, tampoco me suena que una relación tan larga como la que tiene con Lucía sea así como la pinta, como si fuera su primer novia no sé, no me cuadra si alguien ya lo leyó cuéntenme su opinión. Este tema de la incongruencia de la edad me brincó tanto que pensaba que la autora era una chavita que no sabía de la vida y cuál es mi sorpresa que es de mi edad, eso me dejó algo impactada pero más atenta a lo que narraba.

Primero pensé que no me cuadraba el amor extremo que tenía Sofía al Alejandría (la cafetería en la que trabajaba) pero esto si está muy bien armado e incluso es un personaje este lugar, lo vives con ellos. La autora les da mucha personalidad a los lugares, me gusta la referencia que hace de las personas que aman u odian las grandes ciudades, y coincido totalmente, Sofía ama Madrid y Héctor la odia.

 Ahora lo que sí me gusta.

Hace referencia a montones de canciones y libros, te recomiendo que en Spotify busques alguna opción con las playlist porque ya hubo varios que se dieron a esa tarea, no es que todas sean buenas, pero si lo hace divertido y lo sitúa en una época.

Otra cosa que me encantó es que es deliciosamente erótico, si bien empieza muy girly se pone guarro, describe los orgasmos explosivos y húmedos, toma una probadita: sujeté su pelo un poco más fuerte y el primer latigazo de placer la piló con mi polla dentro de la boca…

Me encantan sus cierres de capítulo, te dan un guiño de lo que va a pasar lo que resulta en que no lo puedes soltar.

                     


Busqué el momento perfecto para acabar de leerlo, porque estaba emocionada por el final, así que dejé leer hasta lo que consideré faltaba una hora de lectura, me fui a un lugar bonito con una copa de vino, me imaginé con los ojos húmedos  y la satisfacción de haberlo terminado mirando hacia el horizonte, cosa que no sucedió, empecé más tarde de lo que planee, recibí llamadas; nada de lo planeado pasó, ya que me desocupé retomé el libro sin momentos gloriosos y acabó siendo increíble, así como Elisabeth nos lleva a entender lo mundanos de los personajes y de la vida.

 4 estrellas, pero lo tienes que leer: tiene una manera de narrar super sencilla, divertida y muy visual y el nudo contundente.

Frases que amé:

Demasiado es malo siempre, en el exceso solo sobreviven los pecados capitales.

Lo único que teníamos en común era querernos.