lunes, 29 de octubre de 2018

Catástrofe


La esclerodermia está dentro del grupo de enfermedades huérfanas, es decir que somos tan pocos los enfermos que está sola la enfermedad, el chistorete de los grupos de ayuda es que es porque la enfermedad no tiene madre, coincido más con eso. Aún no lo es, pero pretendemos que sea una enfermedad catastrófica y aquí los por qué.

Una enfermedad catastrófica no tiene cura, es crónica y degenerativa, eso no lo hace nada cercano a que todos tenemos la posibilidad de morir en cualquier momento. De antemano te pido disculpas por todo lo que voy a escribir, pero me siento con la necesidad de explicarte lo que yo considero que es la diferencia, así que desmenucemos esto:

No tiene cura, de por sí ya suena mal, pero bueno, puedes pensar que hay muchas otras enfermedades que no tiene cura, como la diabetes, o la ceguera, y que hay muchas personas que lidian con eso, y es verdad, a todo te acostumbras, depende de que tan grande sea el golpe y que tan fuerte seas, así toma tiempo para reponerte a la idea de que no hay cura, de que tendrás que cambiar tus hábitos, que nunca más verás tu paisaje favorito, que no podrás caminar, evalúas si eso que estás perdiendo era la esencia de tu vida, pero aunque no lo sea , toma tiempo levantarse, pero solo es tiempo.

Ahora, lo que creo que es lo peor de la enfermedad es que sea degenerativa, si bien el saber que no tiene cura es un golpe muy fuerte, este sería como una serie de golpes pequeños que te toman desprevenida y te mantienen en un estado de sorpresa. El que sea degenerativa implica que irás perdiendo funciones, en mi caso puede ser cualquier cosa, el enfoque de los ojos, la funcionalidad de tus dedos, la capacidad para respirar, la posibilidad de tragar sólidos, la forma de tu cara, la textura de tu piel, puede ser cualquier cosa entre la vida y la vanidad, y un golpe no quiere decir que sea peor que otro. No sé si me logre explicar pero a veces una perdida de vanidad es mucho peor que una de órgano, mi teoría es que con un daño orgánico dejas a los demás sin palabras, te entienden y no te piden más de lo que puedes dar, en cambio con una pérdida como de tu peso ideal por tanto uso de cortisona se te exige ser fuerte y fingir que eso no importa, que lo que importa es que estés bien, y no, no estás bien, estás perdiendo algo de ti, te estás convirtiendo en alguien con un dejo de abandono, como si tuvieras la obligación de estar agradecida por dejar de ser tú porque al menos estás viva; a una persona que tuvo un accidente y perdió las piernas no le puedes decir que eso no importa porque sobrevivió, no es fácil, y claro que hay personas que lo hacen y sacan lo mejor de si mismos por ese mismo hecho, solo siento que alguien con piernas no tiene el derecho de decirle a alguien que no las tiene que eso no importa, porque sí importa.

Ya sé que soy muy ácida y exigente con el mundo, discúlpame en verdad, solo te quiero compartir lo que me hacen sentir esos comentarios. He llegado al punto de que me siento celosa del cáncer, así de absurdo es que tengas este tipo de enfermedades, envidiar una enfermedad terrible, pero es que cuando dices cáncer no tienes que explicar de qué se trata, solo en dónde está, otra gran ventaja que envidio es que es una avalancha, es más fácil que sepas hasta con un porcentaje tus posibilidades de sobrevivir o morir, si decides luchar es algo terrible y devastador, pero al final sabes si tienes avances o retrocesos, si no quieres pasar por tantos doctores y medicamentos entonces te liberas, haces lo que quieres mientras puedes, y si te dieron 6 meses de vida y llegas al año ya le ganaste. Con esto no quiero decir que no me sepa mal lo que les pasa a las personas con esta terrible enfermedad, sino que están más adelantadas que las enfermedades auto inmunes, creo que los médicos y las farmacéuticas están trabajando muy duro para encontrar la cura, pero mientras no suceda eso, seremos como era el cáncer hace unas décadas, ahora escuchas que muchas personas tienen enfermedades autoinmunes, pero mientras no se sepa mucho más de ellas estaremos escuchando continuamente que se debe a que nosotros nos lo provocamos, o que no sabemos perdonar, que somos autodestructivos, que es la alimentación lo que nos va a matar a todos, que son bacterias, que todo está en la mente, cuando falta información esos vacíos se llenan con rumores, de esos que al menos a mí me duelen.

Y bueno, el último punto es crónica, lo más probable es que yo me muera de algo relacionado a eso, aunque como muchos dirían me puedo morir hoy mismo como cualquier otra persona, pragmáticamente mis posibilidades de morir están potenciadas.

El ser una enfermedad catastrófica engloba todo, aunque técnicamente la esclerodermia no está en esta clasificación, aún no se logra, porque si fuera así también tendríamos los beneficios, como estar dentro del cuadro de medicamentos obligatorios, o que se le prestara mayor atención, estamos en el punto en el que somos tan pocos que aún no tenemos peso.

Acabo de decir cosas terriblemente pesimistas, hasta mi confesión de que envido al cáncer, pero con este paquete de catástrofe viene un gran regalo, una vez que lo asimilas y dejas de pelear contra ella, se abre esta posibilidad, la de ser inmensamente feliz con lo que tienes, te liberas y te vuelves ligera, decides lo que realmente te hace feliz, no tienes tiempo suficiente para perderlo, y la mejor noticia es que como no es cáncer, no es devastador, y que sí, que inclusive tienes razón con eso que alguna vez pensaste, que podría vivir lo suficiente como para que exista la cura de la enfermedad, es verdad, ahora lo veo, aunque la verdad tampoco me importa, porque eso dejó de ser la brújula de mi vida, si hoy llegara el genio mi deseo ya no sería curarme, sino ser inmensamente feliz el tiempo que vaya a vivir, es el mejor regalo que puede tener cualquier persona, en cualquier circunstancia, pero cuesta trabajo entenderlo. Y aquí va otra confesión al respecto; ya te moviste de lugar y cambió tu perspectiva, ya no hay marcha atrás, la vida te dio el regalo de valorarla en su más profundo sentido, y entonces ¿sabes qué me da miedo? Que no esté enferma en realidad, que haya sido un mal diagnóstico, o que no me vaya a morir de eso, es absurdo, pero entonces llega un miedo inexplicable, porque mi deseo ya no es curarme, porque también lo que me ha dado en lo positivo lo perdería, sería una farsa, y me da miedo que esto que me ha removido el mundo no sea cierto, si de repente desapareciera o me curara de la noche a la mañana ¿habría tenido sentido por todo lo que he pasado? Tal vez sí, pero aún no llego a ese nivel de madurez, aún estoy tratando de encontrarle sentido a eso, pensando que esto que me pasa es un regalo divino y no una catástrofe.

lunes, 1 de octubre de 2018

Escrito en el agua. Paula Hawkins. (9.2018)

El final de los libros para mi es un ritual, cuando me gustan mucho y no puedo dejar de leer y voy viendo que me quedan menos hojas desacelero el paso ¿dónde lo quiero terminar? En le jardín boca abajo sobre una manta en un día soleado, en mi cuarto a solas, un café en la condesa, un parque público, si estoy viajando ¿en qué ciudad? Siento que se merecen un cierre así, según lo que me han dado me quiero despedir de ellos.
Mi plan para Escrito en el agua era en un café del aeropuerto de Hong Kong comiendo un café frío y un panqué tradicional del festival de otoño, en la ida del vuelo ya había salido de turista así que en esas 5 horas que tendría en la conexión solo tendría cita con mi libro, desde el vuelo anterior había dejado solo 50 hojas, las que siempre me reservo para el final, pero no pudo ser así y tuve que terminarlo recargada en una columna para protegerme de la gente y los carritos que pasaban todo el tiempo, dejé la back pack en mi representación en la cola del mostrador de American Airlines en la que nos dirían hasta cuando saldría el vuelo que en las pantallas solo aprecía con las terroríficas letras rojas: delay until  19 augost, y pues era 18 de agosto, no pintaba bien lo que sea que nos fueran así, definitivamente no lo fue, pero esa es otra historia, la de hoy es que aunque yo no le pude dar a mi libro el cierre que se merecía el si me dio un final con toda la adrenalina que me dio la chica del tren, Paula Hawkins es definitivamente una gran escritora.

Después de leer la chica en el tren compré su nuevo libro apenas salió, pero confieso que tenía algo de miedo por lo mismo que les comenté en la última reseña, y creo que con los thrillers es más común que pase esto de que cuentan la misma historia con personajes diferentes, pero Paula Hawkins me demostró que con ella no tendremos este problema, espero que nunca, porque la seguiré leyendo.
Este libro explora la fascinación por el suicidio, particularmente en mujeres. El personaje principal muere al principio de la historia, ella que estaba haciendo un libro sobre un lago donde muchos años antes ahogaban a las “brujas” y que hoy su acantilado causa una atracción inexplicable, y es en ese punto donde se desarrolla la trama, no puedo decir más.
Es sumamente confuso al principio, pero te recomiendo que no te detengas a entenderlo, ya cobrará sentido. Salta de una historia a otra, entre el pasado lejano y los suicidios actuales, a veces el personaje es intradiegético, esas confesiones son cortas y contundentes, pero lo que leemos es a los otros personajes, los que están alrededor de esa muerte, entendemos su dolor convertido en locura, o sus motivos convertidos en desolación.
A partir de tercera parte, la historia avanza rápido, se vuelve vertiginosa, a pesar de ser tantas mujeres, los personajes están muy bien construidos y puedes seguir leyendo sin importar siquiera como se llama el personaje.
El nudo es contundente, y el final sorpresivo. La historia es original, si bien la historia no te atrapa desde el principio por ser confusa, la premisa sí, una mujer obsesionada con los lugares en los que la gente se suicida, el bosque en Japón,       y para cuando ella aparece muerta la mayor suposición es que ella se sintió atraída por el agua.

***** 5 estrellas para mi querida Paula Hawkins, muchos más de estos libros.