Hay días en que te caen veintes que sientes que traen un siglo de atraso; tú crees que eres una mujer empoderada e inclusiva, y de pronto te das cuenta de que en tu vida es común que la mayoría de las mujeres se refiera al resto de las mujeres en primera instancia de su peso, encabezando así la lista de los atributos femeninos. Particularmente no es un tema que me guste tocar, me incomoda, efectivamente yo no soy el parámetro pero me considero guapa, sé que genero mucha atracción masculina, y casi en la misma medida el rechazo femenino en lo que a mi cuerpo se refiere, porque no soy el patrón común, no soy “espigadita” dirían por ahí, más bien me dicen grandota, tratando de usarlo como positivo pero es más bien compasivo. Por lo que hablando con las mujeres sobre el cuerpo femenino no me siento cómoda, me siento más bien juzgada.
Para quien vivió su niñez y adolescencia en los 90´s podrá recordar que los niños no teníamos mucho voto en la familia, pero de entre los muchos ejemplos que pueda mencionar me voy a enfocar en el del cigarro, mis padres fumaban siempre enfrente de mí, no había restaurantes libres de humo, más bien todos olían a ese poco agradable aroma a antro casi vacío a las 4 de la mañana, y eso era “lo normal”, cuando mi hermana menor creció también fumaba, así que toda la casa para mi olía asqueroso. De repente en los 2000´s me doy cuenta de que era un derecho para mi estar libre de humo, había lugares específicos para los fumadores y era en puntos segregados, por primera vez me preguntan si me incomoda que fumen en mi presencia, y puedo con libertad decir que sí.
Pues así me cayó un “20” hace poco, estaba oyendo uno de mis podcast favoritos (se regalan dudas), y dijeron que las mujeres teníamos derecho de decir no me interesa escuchar tu opinión sobre el peso de alguien más: ¿qué está haciendo para ponerse tan flaca? (no buena, flaca), que le había sentado muy bien el divorcio porque estaba muy delgada, wow fue revelador para mi, estaba acostumbrada a oír eso aunque me incomodara, pero tenía el derecho a pedir no hablar de eso frente a mi.
Siempre que hablan de el peso de alguien más no puedo evitar pensar que también lo hacen así de mí, y que cuando a veces me preguntan qué delgada estás qué hiciste, confieso que me sentía contenta, pero me quedaba pensando ¿entonces estaba gorda?
Desde que tengo a mi amiga enfermedad autoinmune tengo diversos padecimientos, hipotiroidismo, presión alta, y bastante seguido tengo que tomar cortisona en cualquiera de sus variables (tomada, inyectada, untada o inhalada), al principio me preocupaba mucho, hoy sé que no me hace bien agregar una variable más a mi compleja balanza diaria, generalmente cuando estoy en alguna crisis tengo que aplicar la filosofía de un día a la vez, he aprendido a ser muy tolerante conmigo misma, si siento que un vino me puede relajar, lo hago, si siento que hoy no tengo fuerzas para hacer ejercicio, no lo hago, me he aprendido a cuidar emocionalmente y a sobre llevar con pequeñas acciones algo que es mucho más grande que yo, y por eso hoy más que nuca sé que nadie tiene derecho a juzgarme por mi cuerpo por si subí de peso, pero tampoco de felicitarme por si bajé, él ya hace lo suficiente diariamente por mí.
Por supuesto que yo también lo he hecho, aunque como les digo no soy particularmente analítica con el tema, considero que reacciono como con mente masculina, que no entiende el detalle pero sabe que algo mejoró o empeoró, es el código de etiqueta que aprendí, decir si algo mejoró y callar si algo empeoró, pero hoy que me doy cuenta de que eso no me gusta y no va conmigo te pido de favor que si me ves no me digas algo ni bueno ni malo sobre mi cuerpo, podríamos hablar de la sonrisa, de la energía, de la plenitud, te pido que no me hables de nadie más respecto a su peso, me encanta esta frase y con esto me despido.