miércoles, 22 de noviembre de 2017

Café toscana. Susana Silva.

Empecé este libro en un avión, y en el principio sentí la necesidad inmediata de tomar un espresso, lástima que estaba imposibilitada para hacerlo (o al menos no uno tan bueno como el que leí), pero las palabras de la autora me llevaron a sentir el sabor y compartir su pasión por el café. A lo largo de todo el libro vibras junto con ella esa pasión por preparar y disfrutar un buen espresso o un latte a veces acompañado de un croissant.

Lo leí rápido, tres días para ser exacta, es ligero y no muy extenso, lo que te facilita la lectura. Tengo que confesar que al inicio me pareció un poco simple, porque los periodos de tiempo se comprimen a lo básico y tienen enfoque solo en lo positivo de la vida casi perfecta de Susana, pero después todo cobra sentido, a un lector un poco ansioso como yo le recomendaría esperar, para que todo se revele.

El libro es una elipsis absolutamente inesperada, inicia con la historia de Susana y cómo decidió elegir su sueño de una cafetería en la ciudad de México ante tener una familia, ella lo hubiera querido todo, pero el tiempo no se lo permitió, en cuanto a hombres hay tres importantes en su vida, pero ella es quien los elige, se ve una mujer fuerte, decidida y comprometida consigo misma, que aparte sabe disfrutar la vida; a la mitad del libro da un giro de tuerca que sería incapaz de hablar de él, porque ahí es donde cobra sentido en realidad la novela. A partir de ese momento te lleva de atrás a adelante en el tiempo, a veces te desconcierta pero ves que la autora lo tenía pensado claramente, porque dejó sesgos interesantes. El final es otro cambio de dirección total que me dejó un muy buen sabor de boca, me gustan estos finales contundentes y planeados.

Tengo que decir que esta reseña e incluso la lectura del libro me costó mucho más ya que  tengo el honor de conocer a la autora personalmente, y definitivamente el personaje principal es muy ella, y de repente cuando nos escribíamos por mensaje me costaba pensar quién estaba hablando, era una sensación extraña, estaba muy metida en el libro, y con ella también muy metida en un proyecto social, y era como hablar con el personaje en tiempo real, algo muy extraño pero de lo cual me siento privilegiada.

***** 5 estrellas
Es verosímil, es sencillo, es original, es entretenido. La estrella más grande es la del nudo contundente.

Definitivamente  recomiendo el libro, siento que está mucho más orientado a mujeres porque todo se basa en el pensamiento de Susana en decisiones que son muy femeninas, pero también a cualquier amante de café le caería muy bien.

lunes, 30 de octubre de 2017

Después del terremoto. Haruki Murakami.

Casualmente comencé a leer este libro una semana antes del terremoto del 19 de septiembre de 2017 y casualmente lo compré en la colonia Roma, muy cerca de lo que podría llamarse la zona cero de la tragedia. Yo traía ese libro en el coche mientras todo pasaba, por supuesto suspendí la lectura, apenas llevaba unas cinco páginas, y lo pude leer hasta casi un mes después, tal vez porque estaba cansada de que por dos semanas me levanté gritando y sintiendo que estaba temblando, hubiera sido muy distinto leerlo unos meses antes.
Son una serie de seis cuentos, situados en el terremoto de Kobe en 1995, a veces no son la parte esencial de la historia, pero siempre está presente. Para mí lo que escriba este escritor me parece absolutamente disfrutable, ya llevo muchos libros leídos de él y puedo evocar cuando un personaje se parece a otro y aún así no me parece repetitivo, solo te enseña otra faceta de la persona en una situación parecida.
El cuento que más me gustó es el de Rana, me gusta mucho como Murakami maneja la inserción de la fantasía en un plano real, como si el personaje cruzara dimensiones y de alguna manera se convenciera (y te convenciera) de que eso está pasando en la realidad, me parece que es un maestro en este juego. Hay otros que también resultan memorables, tal vez solo el primero me pareció prescindible y el final más que abierto se queda a medias.
Un panorama general sería cómo afecta un terremoto a toda una población, el tiempo que tarda en recuperarse mentalmente, y en este caso estamos hablando de que hubo alrededor de quinientos mil muertos, nada comparable con lo que pasó en México recientemente, pero no por eso es menos fuerte el miedo que impera en el ambiente.
En cuentos es difícil calificar con los rangos, como generalmente lo hago, ya que cada uno tendría una calificación individual, por lo que en general lo voy a calificar en general.
**** 4 estrellas
Me parece una buena antología, el tamaño me parece adecuado, de cada cuento y de la antología en general. La estrella que me parece que le falta es la de un cierre contundente, a casi todos les falta fuerza al final, si bien es su especialidad dejar abierta la decisión, en varias ocasiones me sucedió que le faltaba un poco más para dejarme sacar mis conclusiones.

Aprovechando que estuve de viaje en Brasil y tuve delicioso tiempo en el avión para leer les cuento que también leí La mecánica del corazón de  Mathias Malzieu
no me gustó. Escuchar la sinopsis me pareció atractivo, al ver la portada pensé que era un poco infantil pero que funcionaría, cuando empecé la lectura parecía un cuento para niños pero muy sangriento, en realidad no entendí al público al que va dirigido, no sentí que fuera hacia ningún lado. Una vez que como lector aceptas la premisa de que un niño (hijo de una prostituta que lo dejó en una casa hogar) en vez de corazón tiene un reloj y lo puedes ver sufriendo por ser anormal, el autor renuncia a que eso podría ser una realidad. Me parece violento, predecible y melancólico.

viernes, 20 de octubre de 2017

Mi 19 de septiembre


El día de las casualidades imperfectas, el día en que si no nos doblegábamos ante la divinidad de habernos puesto en ese espacio y en esa justa hora, el continuar de nuestras vidas perdía el sentido, porque lo podíamos contar, porque estábamos vivos. Si ese día decidiste cambiar tu ruta de último momento, si se te olvidó algo y volviste, si tenías planeado un viaje…
Yo había salido un poco más temprano a comer, apenas estábamos sentándonos cuando empezó el movimiento, salí, se sentía fuerte pero había sido peor el de hace 10 días, a mi parecer. Todos los edificios evacuaron, porque era la divina coincidencia en la que conmemoramos la tragedia de hace 32 años. Todo estaba relativamente estable, sí fue fuerte, los cables de luz chocaron, había gente desmayada, pero en una ciudad en la que constantemente tenemos temblores no me pareció nada tan fuera de lo común.
Regresamos y estaban las noticias en la televisión. Preliminarmente no había daños. Pero con el paso de los minutos se empezó a mostrar un atisbo de la tragedia. En el momento en que avisaron del primer edificio derrumbado la percepción cambió por completo; la cabeza empieza un debate interno tratando de que esto sea un sueño, hay momentos en que lo logra, pero el peso de la realidad sigue su camino. Cuatro muertos es lo primero que dicen. ¡¿Mi hija?¡ Calma, en su escuela casi no se sienten por ser zona boscosa, tranquila. No hay señal en el colegio. En WhatsApp todas las mamás empezamos a comentar angustiadas lo difícil que resulta comunicarnos. Llegan muchos chats, ¿estás bien? Yo en lo único que pienso es en mi hija. Pasan largos quince minutos y hay un aviso del colegio, todos están bien, lo que no me esperaba es que junto con el caos de las rutas de camión mi hija llegaría llorando porque se cayó el plafón de su salón junto con el proyector y las computadoras. Se me pondría la piel chinita cuando me dijera que en respuesta al grito de repliegue de la maestra todos se acercaron a la zona segura, gracias a la conmemoración de la tragedia hoy hay menos tragedia, pienso con las lágrimas atoradas en la garganta.
Antes de que te des cuenta que todo ha cambiado, tu cabeza se sigue resistiendo y trata de obligarte a hacer las cosas normales, asistir a la cita que tenías programada, ir a recoger tu coche del taller… al ver que estábamos ante una amenaza real, me apuré para irme. El hecho de trabajar en seguridad, implica verificar que tus trabajadores estén bien y que los edificios en los que se encuentren no tengan novedad. Los de la zona de condesa no contestaban, muchos intentos y nada, la sinagoga de la colonia Roma reporta daños. Pasa al menos hora y media para saber que están bien, mismo tiempo que estamos mi mamá y yo estacionadas en el tráfico, hay caos generalizado, las noticias siguen reportando más y más edificios caídos.
Cuando llegamos ya están mi esposo y mi hija en el departamento, acaban de subir porque apenas recibieron la autorización para regresar de la zona segura, la gente está asustada porque hay muchas grietas en sus paredes, pero no es ni la zozobra de lo que pasa del otro lado de la ciudad. Me llaman los directivos de la comunidad Ashkenazi para pedir dos refuerzos. Las llamadas tardan mucho en entrar, no hay metro, no hay luz, las calles están absolutamente convulsionadas. Recogemos a un guardia y yo me visto de comando para ser el segundo refuerzo. La sensación de desolación sorprende por ser una de las zonas más vivas de la ciudad de México. Llegamos al ocaso, pero no hay luz, ni semáforos, ni restaurantes abiertos, solo ves gente corriendo y tiras de acordonamiento. Me bajo junto con el guardia Adrian y cruzamos varias tiras, es la calle a la que vamos, toda la gente de esa cuadra pasará la noche en el coche si lo pudieron sacar o en la banqueta. Llego a la esquina de Acapulco con Veracruz, es impresionante, la fachada del edificio cayó sobre un coche, destruyó toda la parte del conductor y copiloto, quienes afortunadamente habían sido evacuados, imposible que esa persona no sintiera que había vuelto a nacer viendo esa escena. La gente está conmocionada, estuvieron ahí en el momento en que cayó no hay muertos, pero cuentan cada movimiento con detalle, la mirada perdida, ausentes y enojados, extrañamente animados. No pueden creer que yo haya llegado tan rápido, creen que toda la ciudad está así, incluso creen que van a encontrar sus casas en esas condiciones.
Llega la noche, nunca tan oscura y desoladora desde que tengo memoria pisando esas calles. Me es imposible comunicarme con mi esposo para decirle que estoy bien y que sí me tengo que quedar, intento muchas veces hasta que pienso en no seguir gastando más mi pila porque está alrededor del 40% y será una noche larga. David logra encontrarme y me ve con ojos un poco desesperados, no me quiere dejar ahí, insisto y me deja una pila extra para mi teléfono. Me llevo a ubicar a Adrián en la puerta trasera, rodeo la manzana y paso frente a lo que un día fue mi cafetería; mi cabeza intenta decirme que esto no puede ser la realidad. Después de dejarlo me acerco al centro de acopio de Av. Durango, ahí se concentra toda la vida que no hay en el resto de las calles, mucha gente, una carpa llena de víveres y muchos autos alrededor cargados, hay autoridades y civiles coordinando los envíos, escucho que está lleno. Sigo caminando por la calle de regreso, llevo mi lámpara y colgada una luz neón, hay mucha gente, pero siento miedo, tengo la sensación de que caminan cerca de mí, me paro, aprieto fuerte mi teléfono que en ese momento no me ayudaría en nada. El hombre sigue su camino mientras me quedo pegada en la pared y esperando unos segundos, tantas veces caminé esa calle sin un ápice de miedo, pero la oscuridad y las constantes sirenas te trastornan.
Regreso a mi posición y hay mucho movimiento, muchos reporteros, brigadistas. Un grupo de unos 30 motociclistas trata de entrar y no se los permitimos. Después una comitiva de la cruz roja con al menos 12 paramédicos trata de entrar después de recibir un reporte falso de que hay gente atrapada en el edificio. Truena un transformador, el sonido da escalofríos y la luz ilumina por dos segundos provocando más terror. Mientras tanto en varios de mis chats hay gente queriendo llevar ayuda y no saben a dónde, como tengo la información de primera mano les aviso que el centro de acopio está lleno y que acaban de abrir otro en la calle de Veracruz y necesitan leche para bebés. Llegaron al menos cinco camiones con civiles dispuestos a remover escombro, nos ofrecieron agua y comida. Me sentía bien de estar ahí y poder vivir en carne propia el orgullo de mi gente mexicana en acción, sin miedo, dispuesta a tender la mano arriesgando su propia vida.
          Ya eran las doce de la noche y a esa hora pudieron llegar a relevarme, aunque para ese punto ya no me quería ir, pasé otro rato. Llegó un coche con una familia de adultos mayores y una joven que venían de Iztapalapa con café caliente y pan para los brigadistas. Imposible que no se te pusieran brillosos los ojos y se te ensanchara el pecho por decir, esta es mi gente, así de chingones somos. Me fui a dormir un poco, sin saber que esto apenas empezaba.
          Me levanté con pensamientos de lo más profundos acompañados de banalidades de la vida, las citas que no tenía canceladas del día anterior acabaron por cancelarse evidentemente, pero todos seguíamos en el proceso de no saber si la vida continuaba o teníamos que hacer una pausa. Me vestí nuevamente de comando, y arreglamos para que mi hija se fuera el resto de la semana con mis suegros, lejos del caos. Habían declarado tres días de luto nacional y las escuelas no estaban en condiciones de volver. Gracias a esto tuvimos la libertad para ayudar; David ayudó a la administración a revisar el edificio y algunos departamentos, algunos daños sí eran aparatosos, pero la opinión de un Ingeniero Civil calificado ofrecía un alivio. Así empezó la mañana en nuestro edificio, y se siguió con que una amiga, Ligia, me nominó para coordinar las labores de acopio que se estaban volviendo cada vez más grandes, varias más aceptaron la nominación y la idea me gustó, para todos los que me conozcan el tema de dirigir es algo que me gusta y me sale bien, así que teniendo este lindo nombramiento, pues me puse a trabajar. Contacté con Mónica, azarosamente me habían llegado sus datos y cuando nos contactamos el link fue instantáneo. Organicé que nuestro cargamento saliera a las 6 de la tarde y le dije que con ella llegaríamos a las 7. La labor de mi comunidad fue impresionante, una vez que un vecino llegó con su camión, empezamos a subir y llegaron más y más cosas, adultos y niños clasificando, víveres, colchones, comida preparada, juguetes, medicamentos. Se llenó el camión y siguieron tres camionetas más, llegó un momento en que tuvimos que dejar abierto el centro de acopio para irnos. Llegamos justo cuando estaba TvAzteca, me entrevistaron y yo no contaba con que mis brackets que me habían puesto un día antes del temblor, me harían tener mi peor aparición pública pero qué más daba eso. Dentro del centro había alrededor de cuarenta personas seleccionando y reempacando en cajas. Esa noche fue un largo estira y afloja, pasaron muchos inconvenientes y otras situaciones de enorme suerte. Cuando estás en una situación como esta, aprendes a no engancharte, fluyes con lo que tienes, el buen espíritu impera y a pasar de los muchos tropiezos con los que te topes tu único objetivo tiene que ser seguir adelante, no importa de qué manera, con qué, ni con quién.
Así fue que terminé a las diez de la noche con tres camiones de tonelada y media, tres camionetas con alrededor de quince brigadistas, escoltados por la policía federal, tomando rumbo hacia Jojutla, en eso momento se necesitaba aún mucha ayuda. No conocía a una sola persona de nuestra carabana, pero me fui con el nuevo nombramiento de líder de los brigadistas, en la camioneta que mi amiga nos prestó iba manejando un maestro de bachillerato originario de Jojutla, en el camino me fui enterando que iban otras dos personas originarias de allá y tenían a sus familias desesperadas describiéndoles lo que pasaba allá. Nadie conocía a más de tres personas, éramos un grupo de desconocidos con la firme idea de llegar a ayudar.
El camino fue largo, íbamos al ritmo del camión más lento, y llegamos alrededor de las dos de la mañana. Entramos hasta un extremo del pueblo en el salón María Félix, que era de un familiar de un integrante de nuestro grupo. Nos abrieron las puertas y descargamos. Cadena. Y al final de ella yo iba dirigiendo en dónde acomodar cada cosa. Cuando teníamos todo relativamente acomodado empezaron a llegar unos pocos, muy pocos en realidad. Pero mi primer acercamiento fue una mujer que había perdido su casa y la aceptaron con su familia de 10 en el patio de una vecindad enfrente, le dimos víveres, comida y una colchoneta. Me pidió un doctor porque tenía con ella un adulto mayor al que se le habían echado a perder su insulina por la falta de luz. Le di un abrazo y me regresé a tratar de acomodar para salir lo más temprano posible, el cuerpo ya me estaba reclamando descanso.
          Llegó una camioneta pequeña llena de pura comida, las noticias se corren rápido y ya sabían que nos habíamos convertido en albergue. Se bajaron cajas y cajas de comida preparada, la cual nos iba a costar mucho trabajo que se acabara, como buenos mexicanos, aunque estemos en medio de la tragedia siempre pensamos que se va  a aliviar el alma con un poco de apapacho a la barriga. El copiloto de la camioneta era un doctor, pensé que la situación era inmejorable, lo llevé a la vecindad para ayudar al señor y mi alma quedó tranquila, sentí que estaba en el momento y lugar correcto, por este tipo de situaciones es que los brigadistas somos felices de serlo.
          La comida era demasiada así que salimos a buscar repartirla en los velorios, varios eran en la calle. El sobrino del dueño del salón nos fue llevando entre las calles hasta que se mostró la cara de la atrocidad. Era impactante, toda la calle de casas destruidas por completo, alcanzabas a ver las ollas, el carrito del niño, la cama, todo era tan personal que te dolía más. Tomé algunas fotos en los tramos que había un poco de luz. Llegamos a uno de los velorios, estaban en un patio y tenían dos ataúdes; la escena impactante, había gente llorando, pero la mayoría estaban con la vista perdida. Nos pidieron café y en ese momento nos dimos cuenta que nunca lo contemplamos, no sabíamos que íbamos a llegar a un momento tan íntimo y a la vez tan protocolario en que necesitaran beber algo caliente. El chico nos fue llevando a algunas casas donde conocía, y ahí nos fuimos enterando de las necesidades y percepciones reales, ahí es cuando agradezco el haber trabajado en comunidad y la importancia de que lo simple es lo más importante, escucharlos sin juzgar para entender.
          Regresé a María Félix con el estómago y la cabeza revueltas, vi a algunos chicos que habían vuelto de ir a repartir y seguían con el ánimo a tope, eran alrededor de las cuatro de la mañana del jueves y mi cuerpo ya no me respondía. En medio de gritos pidiendo alcohol para  completar un botiquín, pasos apurados de todos los chavos, algunas persona entrando a ver qué habíamos traído, me acosté en una de las colchonetas para regalar y me quedé dormida, no completamente, seguía escuchando todo pero mi cuerpo se negó a seguir un momento más. Después de una hora me paré y los chicos seguían con la misma incansable energía, me sentí vieja pero feliz de tener la oportunidad de estar ahí con ellos. Como Pedro nos había dicho desde un principio la gente empezaría a llegar hasta las seis de la mañana, este señor tiene toda mi admiración, es un hombre líder de pueblo que acepta la ayuda sin juzgar, te recomienda sin intimidar y tiene un corazón bondadoso sin dejar de ser racional, es de esas personas de las que aprendes mucho en un solo rato, el es el dueño del salón de fiestas, después supe que lo era también de una papelería, lo llamaría de los “acomodados” de la región, no resultó gravemente afectado, así que de inmediato hizo lo que pudo para ayudar a ayudar. Las horas más movidas fueron esas, llegó más gente por sus despensas, nos hicimos líderes de cada área y repartimos, pero teníamos la presión de regresar, la policía nos seguía esperando para escoltarnos de regreso. También llegaron varios niños y adultos locales a ayudarnos a repartir, ellos sabían mejor quién en realidad lo necesitaba, todo se volvió más fácil. Llegó un grupo de tres mujeres, una de ellas, Roxana, me dijo muchas gracias por venir ayudarnos, me lo dijo con el corazón, yo le respondí que no era solo yo, pero se me cortó la voz, ella trató de seguir hablando y tampoco pudo, con los ojos llorosos nos abrazamos, algunas veces traes el alma tan expuesta que lo que sientes no se puede expresar, y un abrazo es la mejor conversación.
          Nos fuimos de regreso como vuelve un brigadista con el alma choncha de haber hecho las cosas bien, aunque también peleando contra nuestro propio cansancio. Nos fuimos quedando pocos y los abrazos eran fuertes, sabiendo que no nos volveríamos a ver pero habíamos compartido un momento irrepetible. Cuando regresé al centro de acopio, nos recibieron con aplausos, que sentí inmerecidos porque yo me había llevado mucho más de lo que había hecho. Entre mis braquets y la sensación de malestar no había podido comer casi nada desde hacía dos días, Erika me llevó a comer las enchiladas verdes más ricas que guarda mi memoria, un café caliente y un jugo de arándano; a la vez que me reconfortaron me hicieron sentir culpable por estar allí, es una de las sensaciones más absurdas que existen, y en algún lugar leí que es un sentimiento femenino, pero en fin, ahí se hizo presente. Regresé en el coche de Ligia y tomé la autopista para mi departamento, puse las noticias en el radio, no sabía nada de lo que había seguido pasando y ahí salieron las lágrimas, muchas, incansables, frías, dolorosas, esto era real, esto estaba pasando en mi país.
          Llegué a mi casa y me recibieron también como heroína, les conté un poco de lo que había pasado, pero el teléfono no dejaba de sonar, empecé a tomar las llamadas y resulta que había surtido efecto lo que había estado pidiendo en las redes sociales, inexplicablemente, me ofrecía la universidad Anáhuac una brigada médica, una amiga de Guadalajara me avisó de un camión cargado de medicamentos llegando a Toluca para seguir su camino a Jojutla, Mónica me avisó que tenía donados vuelos aéreos para llevar medicamentos y doctores. Era como si todo lo que pidiera se concediera de inmediato. Supe que no era momento de descansar, me di un baño caliente pero rápido, preparé a medias una maleta y me dirigí con mi equipo formado de Aquario a recoger a los doctores. No entraré en detalles pero les dio miedo ir a ellos o a sus papás, les resultó muy peligroso y acabé con un solo doctor, otorrinolaringólogo, Patricio, quién estuvo dispuesto a irse con una desconocida a Jojutla. Llegamos al aeropuerto de Toluca, el avión nos estaba esperando, lo cargamos de todo el material médico y quirúrgico que nos donó la Anáhuac y nos subimos, en catorce minutos estábamos aterrizando en Cuernavaca, ahí nos esperaba un camión que consiguió mi pepe grilla y nos llevó a la entrada de Jojutla, les hablé a mis nuevos amigos y nos pasaron a recoger. En ese momento yo me sentía dominando la situación, ya no era solo una brigadista a la que se le ensancha el corazón por ir a ayudar, ahora tenía un compromiso real con la gente, había decidido ayudar ahí y lo seguiría haciendo, en el camino muchas veces se planteó llevar ayuda a otros lugares donde también les hacía falta, yo me porté muy firme al respecto, si en realidad quieres ayudar a una comunidad lo tienes que hacer constantemente y a una sola, solo tienes que seguir sin prisa pero sin pausas.
          Nos dieron hospedaje con la hermana de Pedro, donde también se estaba quedando en la sala Roxana (su hija) con su familia, la mayoría de las familias dormía en la sala o en el patio para poder salir más rápido en caso de que volviera a temblar. Nos llevaron ahí, y yo me quedé en el mismo cuarto que la señora Ana María, dormí delicioso, el cuerpo me brincaba de repente por el exceso de cansancio, pero me sentía afortunada de poder dejar mi trabajo y mi familia en pausa para hacer algo que me hacía feliz.
          El viernes nos levantamos temprano y acompañamos a Patricio para ir a comunidad junto con el Doctor Romel, yo estuve un rato en los otros centros de acopio recopilando información y conocí más gente. Ese día viví cómo todos somos uno solo, vi un sinfín de marcas trayendo víveres, particulares volcados por ayudar, les preguntaba de dónde eran y venían de absolutamente todos lados de México, algunos venían en coches cargados de donaciones, otros habían tomado un camión y llegado a ayudar, chavos cargando aguas para repartir, familias de zonas cercanas repartiendo comida caliente, policías ayudando a llevar víveres, civiles en camiones del ejército cantando el himno nacional, la piel se enchinaba cada cuadra; la gente de Jojutla salió de sus casas con letreros de agradecimiento; #FuerzaMéxico, #MéxicoEstáDePie, uno de mis favoritos: Jojutla les agradece porque México canta y no llora, sobre una montañita de escombros, la gente estaba realmente agradecida y te lo hacían saber.
          El sábado en la mañana nos despertó una réplica, es la primera vez que siento terror por bajar las escaleras para salir de la casa, ahora entiendo a las personas que tienen miedo de los temblores, a partir de ese día soñé por dos semanas que estaba temblando, junto con otras pesadillas más.
Ese día hubo misa afuera de la casa en donde me estaba quedando, llegaron padres de diferentes comunidades a ayudar al local a confesar y dar misa, estaban hincados en la tierra y confesando parados en la calle, ese día se movió algo en mí que yo ya creía olvidado, mi fe en la iglesia. Me fui a confesar y lloré, me senté con ellos a escuchar la misa. Cuando estaban haciendo mención de los muertos, me acordé de un momento vivido el día anterior; estaba con tres niños de la colonia que iban constantemente a ayudar, les leí el cuento del terremoto de México desde mi celular, es un libro para que compartan sus emociones y cómo es su estado anímico, no voy a entrar en detalles de todo lo que estos niños vieron y sufrieron, pero la niña dijo que su primo casi se muere, que salió después del terremoto y su casa se estaba cayendo pero seguían los derrumbes, su vecina, la señora Bertha salió también y lo vio tirado, se echó sobre él para protegerlo y un muro le cayó en la espalda a ella, murió aplastada sobre el muchacho, la niña me lo contó sin tristeza ni heroísmo, pero cuando leyeron su nombre en la misa yo lloré como otros más por ella, sabiendo que hizo el acto más heroico al que cualquiera podríamos aspirar.
Casi todo fue mágico, a pesar de las escenas de terror que siempre estarán en mi memoria el recuerdo de esos días es entrañable; hubo muchos momentos malos también, desafortunadamente el gobierno del estado de Morelos no tiene empatía por la población, hay una brecha enorme entre los políticos y su gente, en una situación tan grave como esta la población corrió a sus políticos, y la consecuencia fue que no hubo menos atención hacia ellos. El temblor fue el martes y hasta el jueves entró el ejército, se dijo que no hubo rescates de personas vivas, el único del que me enteré fue un pequeño de cinco años al que su madre llevó con las manos llenas de sangre porque no le ayudaban a sacarlo al ser zona insegura, llegando al hospital a las once de la noche solo alcanzó a decir; mami te quiero mucho y murió. Protección civil llegó hasta el domingo, lo supe porque llegaron con Don Pedro a pedirle que les sacara copias (como donativo cabe aclarar) para iniciar sus registros. En lo personal vi muchas cosas que no estaban bien, no me gusta asegurar cosas que no conozco en su totalidad aunque a todos les puedan resultar obvias, pero ahora sí lo viví en carne propia. Tuve acercamientos con secretaría de salud de Morelos y me apoyaron con algunos temas, después me pidieron ellos apoyo con otra cosa, había conseguido el contacto y la posible solución y decidieron “sacarme de la jugada” de una manera muy grosera, me decepcioné tanto de que lastimosamente el gobierno sí es como lo pintan, me hicieron casi tirar la toalla por lo decepcionada que me encontré, pensé también en contar todo en redes sociales, que en ese momento tenían una intensa difusión, pero decidí que en ese momento lo que menos necesitábamos como país eran noticias negativas, de esas que duelen ya había suficientes, de todo lo que hice en estos días creo que mi labor más loable fue guardarme esa información, llorar de rabia, meditar un poco y seguir adelante.
Ese sábado por la noche por primera vez sentí calma en toda la semana, pasamos a comprar unas cervezas y platicamos largo rato en la casa de Ana María, nos abrimos y empezaron a salir los golpes de vivir bajo la inercia de la adrenalina; durmiendo y comiendo poco, siendo presa del miedo y dirigido por la voluntad del saber que estás en posibilidad de hacer algo. Volví ese domingo a mi departamento con una sensación entre satisfacción y culpa, entre alegría y desolación. Ese lunes fue duro, pensar que mi vida seguía su curso “normal” aunque adentro de mí nada estaba ni estaría igual por mucho tiempo. Volví una semana después y seguiré yendo con un proyecto más armado y mejor dirigido.



Una vez más agradezco a la vida por darme una invaluable lección de resiliencia, otra vez acercarme a la muerte me hace salir con fortaleza y agradecida, orgullosa como siempre de ser mexicana y un poco también por ser millenial.

sábado, 16 de septiembre de 2017

Persona normal. Benito Taibo.

Conmovedor, este libro toca fibras sensibles. Es la contraparte de otro que ya les reseñé; corazonadas. Ambos tratan de la misma historia, un niño de 12 años, Sebastián, pierde a sus padres en un accidente y su tío Paco se va a vivir a su casa para hacerse cargo de él. De ahí empiezan maravillosas anécdotas sobre libros y personas que definitivamente no son normales, de hecho me siento un poco enamorada de los dos, son impredecibles, auténticos, intelectuales y muy sensibles, con sus historias quisieras no tener ni un poco en tu ser de normalidad.

Corazonadas (2016) es la versión de Paco  y Persona normal (2011) la versión de Sebastián, a mi me gustó más la versión del tío, me parece mucho más auténtica, tal vez por la edad del autor, es también más corta y menos poética.

Persona normal se base en poesía y en referencias de libros como si se vivieran en una fantasía real, Sebastián los vive a veces en sueños y a veces los ve. Como la vez pasada también lo comenté Benito Taibo busca fomentar la lectura en jóvenes y adolescentes por eso gusta de hacer referencias y hablar de los libros como lo mágicos que son, que te hacen tener piernas aunque en realidad no las tengas, lo que te hacen viajar, la compañía que te hacen y en el maravilloso ser que te convierten. Amo la manera en que ama los libros este par de personajes. De hecho al final del libro viene un apartado de la biblioteca de Sebastián, donde explica la razón de alguno de los sueños, homenajes a ciertos autores, y todos los libros de los que se habla o se hace referencia; buscando con esto que el lector inicie su propia biblioteca, adorable ¿cierto?

Hay cierta discordancia entre ambas versiones, y no solamente de percepciones sino de hechos por ejemplo la historia del campamento de cumpleaños de Sebastián es muy diferente en ambos libros, los finales también se contradicen un poco. Pero esto es ser un poco juiciosa porque ambos libros son una delicia.

Un capítulo sí y otro un poco menos me sacaban lágrimas de felicidad, no sé si sea por el hecho de que yo también he vivido a través de los libros y en alguna época de mi vida sí fueron un salvavidas y siempre les estaré agradecida por seguir brindándome un escape de la realidad, también así valoro mi biblioteca de libros, a veces solo paso a saludar el área de favoritos… los estragos de ser ñoña desde niña.

***** 5 estrellas
Es un libro sencillo, original, con nudo contundente, verosímil y entretenido. Cumple todos mis requisitos.

Se los recomiendo a todos, a los que quieran aprender más de lectura o de poesía, a quien busque una historia divertida de personas auténticas, a quien quiera pasar un buen rato leyendo. Les aseguro que habrá algo en este libro que les pueda gustar.


Ya que por ahora no estoy reseñando todos los libros que leo les voy a platicar de rápido de otro que acabo de terminar, es Tranca palanca de Elmer Mendoza. No me gustó, es la tercera vez que lo intentaba leer y ahora sí me fijé el objetivo de terminarlo. Son una serie de cuentos cortos en general que tratan de la cotidianidad mexicana y el autor se mete como personaje en varios. Son como si fueran fragmentos de un todo, y el autor solo quisiera mostrarte una parte, por lo cual muchas veces no hay final. Hubo dos que me gustaron y se me quedaron grabados pero en general el estilo no me encanta, ya había comprado otro libro de este autor, ya les comentaré cómo me va.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

El decálogo de la enferma

En esta ocasión no te voy a escribir de algún libro que leí, sino de algo que estoy escribiendo, espero te sirva.

Es fácil decirte que no importa lo que venga y que estoy lista para todo cuando me siento bien, pero en días como hoy el panorama es deslucido. De entrada no duermo bien, el dolor me levanta, suena el despertador y siento que no descansé nada, porque en los ratos que pude dormir todo se relacionó con el dolor. Siento como si hubiera corrido medio maratón cargando una mochila llena de útiles en la espalda. E increíblemente la peor parte no es el dolor, es la fatiga, mi más grande enemiga, la que me roba mi esencia y me deja como trapo. No me puedo levantar de la cama, estoy muy enojada, no tengo hambre y la vida no tiene sentido. Pero por más negro que esté todo tengo que hacer el esfuerzo, me lavo la cara y salgo al ruedo, por más que sea difícil es peor encontrarme con la tarde acostada en mi cama. A veces voy a acostarme a la oficina o a algún centro comercial, duermo un rato más después del esfuerzo de manejar y me meto en un café y te escribo, para que no se esfume el sentimiento. ¿Por qué? Porque hay algo que te quiero contar sobre las personas que estamos enfermas. Tomando las debidas distancias con los demás enfermos (la mayoría que conozco son unos corazones con patas) y yo que soy muy agria, directa y poco tolerante. Te voy a dar un decálogo de cómo sobrevivir a una plática con nosotros en un día malo.

1.     1. Que tu saludo no sea: ¿Cómo estás? No sé en qué momento se puso de moda que apenas nos vemos hagamos esta ridícula pregunta. Ahora todos lo dicen sin querer en realidad saberlo, te lo puede preguntar un cliente, o el que te va a fastidiar para ofrecerte un seguro de tu tarjeta de crédito, o la situación que peor me cae; cuando al que sí quieres contarle cómo estás, pero vienes llegando a la reunión, y primero tienes que saludar a 15 personas más para poder sentarte respirar, hablar de otro tema, y luego contestar al ¿cómo estás? A mí no me gusta decir bien cuando no lo estoy, por favor, si honestamente le vas a preguntar a alguien cómo está, espera al momento indicado, más si sabes que la persona en cuestión de entrada no está bien.
Por diversión, he contestado algunas veces: mal, no sabes lo entretenido que puede ser que la persona le trate de encontrar un sentido positivo a tu respuesta.
Seré muy purista, pero creo que esta pregunta solo se hace cuando de verdad te interesa escuchar la respuesta. 

2.     No nos digas échale ganas. Créeme que estar ahí parado frente a ti es ya un gran esfuerzo. Esta me parece una frase trofeo para quien la dice, no para quién la escucha, es querer decir algo positivo, porque tú te crees positivo, no porque en algún sentido pueda ayudar tu comentario.
No sueltes algo con tanto peso, sin saber todo el esfuerzo que le requiere a la contraparte enferma su día a día.

3.    3. A veces es mejor no decir nada. No creas que cuando te cuentan algo tan fuerte como estar pasando por una quimioterapia o tener una enfermedad sin cura es para que le des alguna solución, al menos yo lo que busco es desahogarme, y me quedo tranquila si después de todo escucho: no tengo palabras para decirte. Para mí lo es todo que me hayas escuchado. 

4.No ofrezcas curas milagrosas. Puede ser que a ti te vaya de maravilla con la homeopatía, que sepas que hay una nueva dieta alcalina que es infalible y te cura de lo que tengas, o que a tu tía la salvó un licuado de una planta que viene de África; créeme que nuestra gente más cercana y nosotros mismos ya buscamos opciones, no necesitamos más. A mí me tomó casi año y medio empezar con algo más que la medicina alópata (después de pasar con 4 reumatólogas), me daba mucho miedo ir al psicólogo y abrir la caja de pandora, y aunque sabía que me hacía mucha falta después de este periodo es que empecé a ir y me ha ayudado mucho, probar con aceites esenciales me tomó el mismo tiempo. Sé que hay muchas opciones, pero no las podemos probar todas, en primera porque cada opción implica un gasto más a los que ya tenemos y en segunda porque también implica una inversión de fe, cosa de la que al menos yo, tengo a cuentagotas.

5.     5. No me recomiendes otro doctor. Creo que cada uno de nosotros nos tomamos muy en serio con qué doctor ir. Podría ser que puedas ayudar si conoces al cirujano “x” con el que es muy difícil encontrar cita, pero fuera de eso, cada quién evaluamos con quién estar, ya sea por distancia, por trato humano, porque te cree cuando le explicas un dolor, porque está en tu red del seguro, en fin, creo que si no te piden recomendación, sería mejor no darla.

6.     6. No nos digas: tú eres muy fuerte yo no podría con esto. Es verdad, doy vuelta atrás a mi vida y yo también lo he dicho, pero al sol de hoy me parece una grosería, es como decir, que jodida está tu vida, que bueno que no me tocó a mí algo así porque me suicido. ¿Qué se espera de respuesta a esta afirmación? Gracias, sí me doy cuenta de que tú eres muy débil, o si, en la lotería de la vida me han tocado cosas jodidas, pero como soy fuerte me las aguanto. Y de verdad he oído decir esto en situaciones cuando alguien pierde un familiar, o tiene un hijo con alguna capacidad diferente, o le salió mal el control prenatal y tiene más de cinco hijos, en muchas situaciones he oído esta frase, pero creo que en ninguna aplica. En ese momento la mayoría de las personas no nos sentimos fuertes, al contrario, sentimos que es injusto que nos haya escogido a nosotros una enfermedad rara o una tragedia tan grande, y no necesitamos saber que tú crees que nosotros somos “mejores que tú” en algún sentido y gracias a Dios no te tocó a ti. A quién yo le haya dicho esta ridícula frase le ofrezco mi más sincera disculpa.
7.     
7     7. Haz, no ofrezcas. Esta es una de las más difíciles, porque no es fácil encontrar algo que pueda alegrar a una persona enferma. Entonces la frase que soltamos es: lo que se te ofrezca. No quiero ser juzgona, pero  ¿podrías ser más específico? ¿me podrías dar un ejemplo de en qué me podrías ayudar? Y en esta ocasión no lo digo con sarcasmo,  pero es que al menos yo últimamente sí necesito de mucho más ayuda que antes, pero sería bueno saber de qué estamos hablando. Te podrías quedar una tarde con mi hija algún día que me sienta mal, me podrías llevar al hospital algún día que no me sienta bien para manejar, podrías invitarme un té y que te pueda platicar largo y tendido, podrías hacer muchas cosas por mí y te lo agradezco pero si es en serio sería bueno saber las opciones posibles. Te voy a contar de mi adorada amiga Isabel, una hermosa brasileña que la vida puso en mi camino, con una sabiduría y empatía excepcionales, ella es muy respetuosa con este y todos los temas, así que nunca pregunta de más como generalmente nos pasa a todos. Un día llegó a mi casa con un vale por 4 sesiones de reiki, hecho por ella y decorado con mariposas; se tomó la molestia de contactar a las personas que ella estaba segura que me querían (estamos hablando de la hermosa comunidad de aquario en la que vivo) y las invitó a hacer un fondo económico para que yo tuviera un presupuesto para gastar en algo que me ayudara espiritualmente. Se me llenaron los ojos de lágrimas, a mi no se me habría ocurrido hacer algo tan lindo por alguien, pero fue algo que me apapachó el alma.
8.     
     8. No me dejes de contar tus problemas porque creas que los míos son más grandes. Hay días malos (como hoy) pero hay otros días en que me gustaría que mi vida fuera lo más normal posible, y tus problemas no me parecen poca cosa, porque en caso de ponernos en ese mood, siempre encontraré a alguien con peor suerte que la mía, pero eso no me va a aliviar en nada. Es como cuando a tus 7 años que no te querías comer el caldo de pescado y te decían que en Somalia había niños muriendo de hambre, ¿se te abría el apetito? Por supuesto que no. Así que démosle a todo su justo peso, a mi me interesan tus problemas, y quisiera que me los contaras sin tapujos, si estás que te lleva la fregada por lo que te hizo tu novio, o que ya no soportas a tu mamá me encantará escucharte. Es más te confesaré secretamente que amo saber que no soy la única que tiene problemas, amo las series de asesinatos, enfermedades y manías raras, me distrae la mente.
9.     
          9. No me digas que lo mío es poca cosa, porque al tío de tu amigo le fue peor que a mí. Podrás estar pensando, pero es que Paulina si está loca, acaba de decir en el punto anterior que le distrae saber de otras cosas peores, y ahora dice esto y el punto aquí es que no minimices, no sabes el esfuerzo que me requiere contarte esto, tal vez hoy es un día catártico en el que necesito sacarlo porque la esclerodermia es horrible y que hay días que no puedo con ella y me ponen de ejemplo a un amigo que tenía esclerosis múltiple, pero vivía con mucha actitud aunque estaba con una cuidadora porque ya no podía caminar (¿en serio?). Seguramente tienes esa amiga, que siempre conoce a alguien que le pasó algo peor o mejor que a ti, siempre. Lo que yo te pido en este momento es que me escuches.
    
    10. No escatimes en abrazos. No me caracterizo por ser la persona más cariñosa, pero ahora entiendo el potencial de un abrazo y un beso en el momento que lo sientas, a veces me quiebro y salen muchas lágrimas, a veces te abrazo y no quiero soltarte. Si crees que puede ser incómodo abrazar a tu enfermo, quítate esa idea de la cabeza, abraza fuerte y con el alma cada que se te antoje.


Perdón si caigo en lo exagerada, pero también me han comentado mucho que no saben cómo tratarme, ni yo lo sabía en un principio, pero pienso que al menos haber escuchado esto alguna vez podría ayudarte a tu relación con otro enfermo, tenemos las emociones muy a flor de piel, y al menos a mí, hay muchos momentos en que es difícil tratarme. 

jueves, 31 de agosto de 2017

La mujer justa. Sandor Marai.

Este es el segundo libro de Sandor Marai que leo, el pasado me pareció interesante pero este me encantó. A pesar de que habla de una situación muy localizada en Hungría durante y después de la segunda guerra mundial, la situación es atemporal: todos actuamos bajo la influencia nuestro bagaje emocional y cultural.

Empieza hablando la esposa, una mujer burguesa de no mucho dinero que se casa con un burgues de clase y poder económico, del que se enamora, tienen un hijo el cual muere. En ese proceso ella se da cuenta de que nunca la amó ni podrá amarla. La segunda parte es la versión de él, de cómo vive secretamente enamorado de una criada de la mansión (lo políticamente correcto sería empleada doméstica, pero en este caso tienen mucha importancia las clases sociales). Y la última parte está narrada por ésta tercera en discordia.

Es sumamente interesante cómo piensa cada uno y cómo ven la vida abismalmente diferente, y en el desarrollo ves como cada personaje interpreta lo que ocurre en la cabeza de los demás, porque nada está dicho tácitamente, no hubo conversaciones directas ni siquiera en las decisiones más importantes.

Está magistralmente escrito a mi parecer, ya que no tiene un solo diálogo. Cada uno le platica su historia a una persona de confianza, quién nunca se ve, solo le responden algunas cosas particulares. Se matiza con los comentarios con los que quieren justificarse en su actuar.

  
**** 4 estrellas.
Es original por la manera en que está escrito y por la posición en la que aborda la cultura, las clases sociales y las relaciones personales en ellas.
Tiene un tema interesante, el que para mí sería las relaciones de amor y amistad entre clases sociales, claro que hablamos de una época en la que tenían mucho peso los títulos nobiliarios y las escalas sociales.
Sí es comprensible aunque el tema no es del todo simple.
Es verosímil. Logra empatar los momentos decisivos desde la perspectiva en que lo aborda cada uno.
¿Cuál estrella le falta? La de la fluidez. Me parece que se atora en momentos innecesariamente.

¿Qué no me gustó? La perspectiva en la que pone a las mujeres. A pesar de que en diferentes sentidos demuestra su inteligencia, en sus conversaciones se llaman a sí mismas banales y tontas. Tal vez mi posición esté empapada primero por el hecho de que no conocí esa realidad, y si tal vez era un hecho que así se expresaban; y en segundo lugar porque fui más juiciosa con el hecho de que un hombre está hablando a través de un personaje femenino y de alguna manera sentí que tenía menos derecho de decirlo así. Aunado al hecho de que lo dijo en varias ocasiones y con los dos personajes femeninos.
Todo lo demás es una delicia. Se los recomiendo ampliamente.


Nota: gracias a mi club de lectura entendí que el nombre se refiere a “La mujer adecuada para ti” no se usa justa como un término de justicia, lo que cambia todo el sentido del título, me parece que fue una mala traducción.

martes, 8 de agosto de 2017

El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Jonas Jonasson.

Allan está a punto de iniciar su festejo en el asilo de ancianos por su cumpleaños número 100, pero decide escapar, y a partir de ahí se desatan una serie de eventos tan poco creíbles como divertidos, esto en una pequeña ciudad de Suecia. Cuando empiezas a leer te preguntas continuamente si un anciano de esa edad podría hacer tal o cual cosa, pero una vez que entras en ese mundo de fantasía el personaje resulta divertido  y entrañable.

Por un lado la historia corre con Allan y sus compañeros de fechorías (utilizo este término porque me parece que es lo que hacen, aunque cometan asesinatos lo hacen entre sin querer y por justicia divina). Primero se suma Julius, un malhechor de baja monta, luego Beny quien tiene una historia muy diferente a la que aparenta, luego la Bella Dama con su elefanta Sonja. Todos ellos se suman porque de alguna extraña manera Allan robó una maleta llena de dinero perteneciente a traficantes de drogas. Aquí corre la otra historia, de los “malos” persiguiendo a la “pandilla”. Esto se maneja en el plano actual y por otra parte vas conociendo la vida y los motivos de Allan para ser quien es. Llega un momento en el que fluí del todo con la narrativa.

Estás en un mundo real pero lleno de fantasía, en el que se justifican todos los actos del maravilloso personaje. Conoce gente como Franco, Truman, Nixon, Hitler, Mao Tse-Tung, entre muchos otros, pero no solo se topa con ellos, sino que no saben quiénes son y cada uno de sus encuentros con ellos dan un giro en la historia mundial.

Es un libro para no tomártelo tan en serio dentro de toda la seriedad con la que el autor te la cuenta, me encanta este tipo de humor, confieso que en varias ocasiones solté la carcajada en lugares inapropiados. Siendo un poco spoiler pero con afán de darles un ejemplo; el grupo de los traficantes deciden llamarse Never Again, pero como la novia del jefe no escribía muy bien el inglés, bordó las chamarras con el lema de The violins, y acabaron recibiendo una invitación del conservatorio de música, haciendo que el jefe estallara de coraje.
Es un libro divertido, con muchas sorpresas y con datos históricos reales usados de manera graciosa.

*****/2 4.5 estrellas
Tiene una brillosa y gran estrella de originalidad, no había leído nada parecido.
Es fluido, a pesar de que al principio no lo es tanto, desde que entiendes el concepto de la historia te vas como hilo de media.
Sí es verosímil. No es creíble en absoluto lo que pasa pero una vez que das eso por descontado entras en ese mundo de fantasía real.
Tiene un tema interesante (o muchos).
La media estrella que le falta es la simplicidad, porque tardas en entrar en su mundo de fantasía real y en el ir y venir del presente del pasado.

Vi la película en Netflix y no es ni de cerca lo que es el libro, no crean que soy de las personas que siempre dice que todo libro es mejor que la película, para nada, siempre tomo en cuenta las adaptaciones y los necesarios recortes de información, pero en este caso te puedo decir que en la película no se ve el humor del escritor reflejado, y sin eso queda hueca. Hay otra película que al parecer es la continuación del libro, estoy ansiosa por encontrar el libro.


jueves, 4 de mayo de 2017

Corazonadas. Benito Taibo. (6.2017)

¡Volví! Gracias por leerme, de nuevo tengo ánimos para escribir y reseñar, no prometo de todos los libros pero si de algunos.

En esta ocasión es un libro muy pequeño pero entrañable, ojalá fuera una historia real, ojalá Viernes y su tío existieran y nos pudieran contar más de sus aventuras. Amo a este tipo de gente, poco convencional, sin ataduras, sin complejos sociales y con un hambre intensa por vivir la vida felices y a su manera.

Es una historia de amor sobre la familia y sobre enfrentar los miedos más fuertes. Trae consejos sobre libros, porque así es como el tío Paco enseña a su sobrino Sebastián a entender la vida, con historias de otros. Tiene unas frases muy lindas, es un libro totalmente subrayable.

Podría asegurar que es un libro para jóvenes ya que todas las recomendaciones son básicas para cualquier lector “intermedio”, pero me parece lógico ya que a Benito Taibo le interesa fomentar la lectura en los jóvenes. Y también me parece que resulta interesante porque al haber leído esos libros sabes a lo que quiere llegar con la lección.

***** 5 estrellas
Es fluido, entretenido, tiene un tema interesante y original, el final más que inesperado es lindísimo, varias veces me sacó lágrimas pero el final me hizo sollozar. (Ando sensible).
Recomendado para jóvenes, para viejos, y para todos los que quieran asomarse a una vida con una perspectiva poco convencional.

Les hago unas pequeñas notas de lo que he leído en el 2017:
1.    1. El amante Japonés de Isabel Allende. Buenísimo, imperdible, con todo el toque de la autora. Es inesperado y entretenido no podrás dejar de leer.
2.    2. El laberinto del Minotauro. Es un libro para pubertos, y gracias a libros así es que me interesé en la lectura desde que era niña.
3.          3,   La emoción de las cosas. Angeles Masstreta. Malo, aburrido y sin estructura.
4.   4..  El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Jonas Jonasson. Divertidísimo, es absolutamente inverosímil pero te engancha y entras en la dinámica, me encontré varias veces riéndome en alguna sala de espera. Entre más avanzas es mejor. La película no me pareció buena.

5.     5.  Los años de peregrinación del chico sin color. Huraki Murakami.  Lo que haga este hombre lo leeré gustosa, me impresiona su capacidad de generar intriga con cualquier tema, fan declarada. El final más raro de lo normal.